miércoles, 26 de marzo de 2014


Un día cualquiera de 1990:

               Siempre pasa igual, cuando uno intenta escribir una historia no le sale nada, y en cambio, cuando está más tranquilo y sin pretenderlo se le ocurren mil tormentos…..

               Nuevamente me había sentado ante la máquina y como de costumbre no surgía nada, a ver con un poco de música, pensé, ¡Oh si Mozart, el divertimento!, divirtámonos juntos hermano. El creaba, la música surgía de su pensamiento y la compartía conmigo, magia, ya me veía flotando sobre el arco iris, volaba, subía y bajaba maravillosa y suavemente a la vez. No hacía mucho había inventado un argumento para un cuento, pero era sólo el esqueleto y no me encontraba con ganas ni palabras para encarnarlo, mientras Mozart continuaba, ajeno, impasible y eterno, magnífico, genial e inalcanzable incluso para la mayoría de los músicos, y muchísimo más lejos aún de un “musicoide de oído” que era yo.

               Sí, no niego que he hecho mis pinitos en la música, aunque más bien debería decir, “bonsaitos” pero míos al fin y al cabo, realmente durante un tiempo me sentí realizado y completo, me sentí lo máximo que un humano se debe sentir “creador”.

¡Oh! Atronador, me vuelvo a elevar hasta el infinito, me ha sorprendido sin piedad con su serenata, no lo esperaba, no había leído el índice de composiciones, esto es insoportablemente intenso, drogado sin droga, transportado sin móvil, desmembrado por sus notas, todas suyas, yo oído envidioso, fascinado, absorto en este infinito tristemente finito ya no pienso, siento y me dejo poseer, inundar…; pero ya es el fin, viene el andante, cambio de escenario, ahora verde campiña, mas  imaginada que vista, mejor, sensibilidad desbordada por un “otro”, pero al que siento yo, al menos es parte de mí, mis neuronas temporales, en su doble sentido, me lo recuerdan…

               Bueno ¡vale ya!, vuelve, hay que preparar la comida, si, hoy ternera, me pregunto, ¿las terneras creen en Mozart o en Dios que para la música lo usó…..?.

               Bebo un trago de cerveza, otro instrumento divino para comunicarse efímeramente con Dios, se que mi mujer me dirá que ya no fume ni beba más cerveza, que estoy gordo y que no está bien, lleva un tiempo que no está bien y yo creía que el obsesivo y reiterativo era sólo yo, pero no, a ella le dura poco porque cambia sus obsesiones rápidamente en cambio yo puedo eternizarme con un “sinsentido” y a veces creo que conscientemente aún a costa del sufrimiento que conlleva imagino que para evadirme una y otra vez…

               El cigarrillo se consume sin ser fumado, frustrado, inutilizado, inútil, como yo tantas veces, y aún una vez más...

               Mientras escribo, veo que me voy desnudando, es terrible, da miedo que te conozcan por dentro y en cambio es lo que estoy buscando últimamente al leer a otros hombres, quizás por eso y temporalmente el cine me ha dejado de interesar, no me importa mucho lo que hacen los personajes, ahora necesito saber “lo que piensan” necesito conocer otros interiores, otras dudas, otros “sinsentidos” , pero no por la solución que cada uno dé a si mismo sino por compartir la experiencia del pensamiento continuo, necesito saber que es humano no dejar de pensar y de autosorprenderme a uno mismo, y de no poder descansar pues hasta pensamos en sueños; comprender que no hay gruta, ni caverna que nos de paz, aunque sea pasajera y fugaz, saber si la condena del hombre es un pensar sin fín que debe o no debe pensar que piensa y pensando no se asoma del todo a una realidad que a veces espanta y te hace volver a esa gruta sin salida, a esa cárcel interior donde no tienes ni siquiera la seguridad de que la hermana muerte te sacará porque yo aún creo que el espíritu transciende y que terror que transcienda sin respuestas…..

               Bueno, vale ya hombre. Mozart continúa pintando el aire y yo me entrego a uno de los mayores placeres: fumar una pipa aromático, caliente, con un humo que entra en mí, vestido y que yo desnudo en mis pulmones despojándolo de su esencia y sale inerte de mí, yo su vampiro, bien, procedamos. Comprendo que no debo fumar, pero que hombre no quiere en el fondo acercarse a su destino un poco más cada día, evidentemente, como diría J.L. Sampredo “estamos en un túnel existencial”.

               Voy a preparar la comida, luego seguiremos, si podemos….

 

 

1990 Fulgencio Aparicio Carrión.

No hay comentarios:

Publicar un comentario