jueves, 29 de noviembre de 2012

En la guarida del ogro



EN LA GUARIDA DEL OGRO

E


l día anterior, se había adentrado en el bosque para buscar buena tierra, allí, en la sombra estaba la mejor tierra, la húmeda, la negra, tierra viva que daba vida a sus plantas, al ogro le encantan las plantas.

Al volver a su guarida rompió los viejos tiestos y puso la tierra y las plantas en unos nuevos que habían sido decorados por los oscuros habitantes del bosque en la puerta de su guarida.

El ogro sonreía, todo esto lo hacía porque esperaba la visita de su hada amada, una casi etérea dama que lo visitaba y al mismo tiempo temía. Sonreía porque era difícil conseguir que el hada superara su temor y llegara a su guarida, pero esta vez seguro que vendría, barrió y limpió la guarida para que la dama tardara algo más en irse.

Ya era casi la hora, el hada estaba a punto de llegar, era el momento de cambiar otra vez, se tumbó sobre las hojas secas de su camastro y se concentró. Como siempre la transformación empezaba por los pies, por ser lo más fácil, poco a poco sus pies se fueron reduciendo y desapareció casi todo el pelo, así continuó el proceso hasta llegar a la cara que era la parte más lenta, difícil y dolorosa. Lentamente sonaron los cartílagos que eran lo que más le afeaban y la nariz tomó aspecto humano, las orejas se redondearon y los caninos perdieron sus puntas. Al fin, salió de su guarida y se observó en el arroyo; muy bien, incómodo pero muy bien. Pensó por un momento en esa capacidad suya que le había ayudado tanto en la caza. Recordó una vez en que se transformó en ciervo y se lanzó al bosque hasta la primera laguna donde estaban éstos cortejando a las hembras en celo, tuvo que enfrentarse con varios machos y casi pierde la batalla. Al fin, vencedor, se alejó con una hembra y la montó, aprovechando la postura para, tras recobrar los caninos, dar muerte con una húmeda y certera dentellada en su cuello. Tuvo comida para casi una semana.

Esta fue la primera vez en que notó flaquear sus piernas y casi se asustó, empezaba a cansarse demasiado pronto, lo inevitable estaba llegando, en unos cuantos años quedaría convertido en un inútil ogro viejo, a no ser, que siguiendo el libro de Orfill, realizara el ritual de purificación que prolongaría su vida y su fuerza una década más, para ello necesitaba beber sangre caliente de hada en noche de luna llena.

Había tenido realmente mucha suerte de haber conocido al hada, pues ciertamente las hadas escaseaban, al igual que los ogros. Fue una feliz casualidad aquella mañana en que decidió ir al bosque de la luz a por flores para sus macetas, también fue casualidad que decidiera transformarse en humano para ello, la razón era casi tonta, al ogro, cuando no tenía hambre le gustaba que se acercaran los animales del bosque y con su apariencia normal era imposible, pues todos le temían, así que se transformó y salió silbando.

Llevaba ya un buen rato cogiendo flores, a las que procuraba arrancar de raíz para luego poder plantarlas, cuando, de la espesura enfrente de él, oyó un grito y casi a la par vio un hada corriendo apresuradamente perseguida por otro ogro con su abominable aspecto. El hada instintivamente se dirigió hacia él pidiendo ayuda, él la puso tras de sí y con una gran rama arremetió contra el ogro, era un ogro viejo que buscaba desesperadamente un hada para purificarse y no pudo resistirse a los golpes, finalmente tuvo que transformarse en cuervo y salir huyendo. El hada, temblorosa aún, abrazaba al ogro dándole las gracias. El ogro inventó una historia, le contó que había sido expulsado del castillo de sus padres por amar a una villana y que no podría volver hasta pasados diez años, hacia ya tiempo que vivía en una guarida al otro lado del bosque de la luz en el límite con la sombra. El hada con un beso se despidió y suavemente se alejó.

No había pasado más de una semana cuando estando en la puerta de su guarida descansando, sintió el olor a hada, apresuradamente entró y se transformó lo más rápidamente que pudo, salió y se sentó de nuevo en su puerta, ya tenía al hada a la vista.




¡Hola!, dijo el hada.



¡Hola!, respondió el ogro.



Estaba recogiendo moras y pensé si no te gustarían. Casi me pierdo buscando tu casa.



Gracias, me encantan las moras, dijo el ogro echándose un puñado en la boca e intentando disimular el asco que le daban, él era carnívoro.

Así comenzó su relación que ya duraba largo tiempo, ella le traía moras y él disimulaba su asco quizás por esa extraña sensación que sentía cuando pasaba una semana y el hada no venía a visitarlo.

Esa rara sensación le había llevado incluso a transformarse en halcón y salir a cazar palomas, plato exquisito, y prepararlas con todo el esmero que sabía para ofrecérselas a su hada. Ella no ocultó su cara de asco y sólo dijo:"¿No sabes que las hadas no comemos carne?, además, no quiero que mates más animales".

Desde ese momento el ogro comía a escondidas y cuando sentía que venía se convertía en vegetariano por ella, pero de ello no se dio cuenta hasta pasado un tiempo en que se sorprendió pensando,

"¿por qué no la mato? ¿Por qué soporto el comer moras por ella?, Yo nunca he hecho nada por nadie, ¿por qué hago esto por ella?"

Nunca le enseñaron a poner nombre a esa sensación y esto lo turbaba, lo confundía y lo derrotaba. El ogro amaba al hada, pero esta noche era luna llena y debía purificarse, ya percibía su olor, su hada se acercaba...

Fulaca96 mas o menos........

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