jueves, 29 de noviembre de 2012

Microrelato



La Rosa Escaldada

La calle era estrecha y solitaria. Acercándose, la mujer mas bella.

De pronto, se paró frente a mi oprimiéndose el pecho y gritando. Al instante se quitó la camiseta dejando caer una bolsita de té, aún humeante, que provenía de algún piso superior.

Pude ver una rosa escaldada entre dos maravillosas colinas blancas.

Ella, mascullando entre dientes, se volvió a poner la húmeda camiseta y aceleró el paso perdiéndose en la esquina.

Miré hacia arriba y deseé que el anónimo agresor disfrutara su té. Yo, como anónimo espectador busqué el primer bar y en agradecimiento pedí otro.

Fulgencio Aparicio Carrión

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